Mientras llueva, riega


Es habitual en cultivos arbóreos en riego por goteo, aprovechar que llueve para abonar con solido en las calles del cultivo.
Con ello, el agricultor está convencido que está obrando de manera muy inteligente, aprovechando que hay agua en el suelo, para añadir el fertilizante y que quede disuelto para cuando a continuación salga el sol, y entre la planta en intensa actividad. Piensa que se está apuntando un punto.
Esta práctica generalizada, en buena medida, que considera el agricultor una oportunidad, es sin embargo lo opuesto, un craso error.
Por otro lado, por lo general, si se dice que cuando llueva, se debe regar por goteo, se observa en buena medida en la cara del agricultor, vamos a decir un brillo de incredulidad en sus ojos, como si hubiesen detectado en uno cierto conato de ambigua locura y sonríe el mismo por lo general incrédulamente.
Pues sí, aunque parezca un contrasentido no lo es. Es la coherencia. Evidentemente hay que regar con poca agua, y lo justo para que con ella lleve el fertilizante, y efectuar fertirrigación.
Lo que no tiene sentido es cuando llueva, añadir el sólido en las calles, pues el fertilizante debe estar en el bulbo regado, donde están las raices con pelos absorbentes, y donde el árbol se nutre, y no en el resto de la calle, donde la actividad radicular, o no la hay o no existe, y donde además, en pocos días no habrá humedad.
Hace unos meses, un especialista en olivos, de primera línea, Sr. Antonio Jimenez Pinzón, técnico agricola, nos lo recordaba como una de las grandes enseñanzas de otro buen amigo de esta empresa y muy recordado en el ámbito agricola, como fue Sr. Miguel Pastor Muñoz-Cobo, una figura que marcó un antes y un después en la historia del cultivo del olivar. En alguna de sus conferencias, escribía en la pizarra: MIENTRAS LLUEVA, RIEGA.

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